La fiesta religiosa de Guayacán
Me permito hacer un paréntesis en mis crónicas sobre La Herradura, siempre "hermosa", por la gran importancia que tiene la Fiesta Religiosa de Guayacán, que comenzó la semana pasada, exactamente el día viernes 11 de enero, cuando acompañada por la multitud se trajo la Virgen Nuestra Señora del Rosario de Andacollo (una réplica) desde la Parroquia de San Luis de Gonzaga de Coquimbo a la Capilla Corazón de María de Guayacán, que anoche tuvo el saludo en cánticos hermosos de sus fieles, coronado con unas fogatas y esquinazo que hacían del ambiente algo muy especial, atractivo y lleno de emoción, para continuar hoy con la procesión por las calles de Guayacán: Urmeneta, Pérez, Ignacio Carrera Pinto, Cornelio Van Speack y Rieles, para terminar mañana lunes con el regreso de la virgen a la Parroquia San Luis de Gonzaga, que la cobija durante todo el año.
La fiesta religiosa de Guayacán es una de las más importantes de la región, por la fe, devoción y entrega de cada uno de los participantes. De su origen y desde cuando existe esta fiesta religiosa es que trata esta crónica. El Baile Chino Danzante de Guayacán fue fundado por don Felipe Segundo Tabilo, un 5 de mayo de 1950 y hoy pronto a cumplir 69 años son sus jefes los hermanos Pizarro (nota del editor: el artículo original fue escrito en 2019).
Remontémonos al año 1868, cuando desde el convento del Buen Pastor de La Serena se realizó una peregrinación al Santuario de Andacollo para pedirle a la Virgen de Nuestra Señora del Rosario que sanara de una grave enfermedad a Sor María Adelaida Maceró. La peregrinación estuvo acompañada de otras monjas y, en agradecimiento por el "favor concedido", estimaron moldear una imagen de la Virgen y cultivar así esta devoción mariana, transformándose todas en grandes seguidoras de esta fervorosa tradición.
Sin embargo, el convento de La Serena debió cerrarse y a partir de 1910 dicha imagen pasó al Convento del Buen Pastor de Coquimbo de Avenida Ossandón, sector El Llano (en ese entonces, un páramo que unía a Coquimbo y Guayacán con escasas y diminutas casas, algunos olivos, pircas y que recién comienza a poblarse), y es hasta allí donde empiezan a hacerse presente los bailes chinos para venerar la sagrada imagen, la que permaneció hasta 1967 cuando este convento también debió cerrar y, actualmente, sólo permanece la capilla. La imagen fue donada al baile religioso de Guayacán siendo trasladada a la Parroquia San Luis de Gonzaga y, por muchos años, fue venerada en esta Iglesia y llevada ocasionalmente en procesión hasta Guayacán.
La Iglesia de Guayacán y su venerada Virgen del Inmaculado Corazón de María, a partir de 1967, recibió también a la Virgen de Nuestra Señora del Rosario y comparten una semana ambas, causando una gran y bien organizada actividad, llena de fe, con danzantes, turbantes, bailes chinos, todos unidos por la devoción, testigos de una gran fiesta religiosa, la que en un tiempo se hacía con la imagen prestada por las religiosas del Buen Pastor y se iba a buscar y dejar en camioneta, o en Procesión se iba a buscarla y a dejarla, costumbre que se mantiene hasta el día de hoy. Por eso el día de Acción de Gracias y Día de Procesión, los vecinos del pueblo y de otros lugares de la región se vuelcan a expresarle a su virgen escenas de agradecimientos, de renovación de votos de fe, o de un simple saludo, pero en el interior de cada ser humano está demostrado su apego a la religiosidad.
El origen colonial de las fiestas religiosas
Los hombres, mujeres y niños asisten con entusiasmo y cariño y las hermandades descienden de múltiples grupos sociales. Fue así como durante la época del mestizaje colonizador, ya sea estos inquilinos, labradores, pirquineros, peones y colonizadores se entregaron a la supremacía de la fe cristiana, y a medida que fue evolucionado la nación como República y en el marco de un ordenamiento económico y político se fueron dispersando las manifestaciones religiosas, y a partir de este periodo nacen las primeras expresiones danzantes y musicales, creando o desarrollando un culto o sistema ceremonial específico. La tradición del baile chino fue internándose más intensamente en el Norte Chico de nuestro país y fue así como una de las fiestas más significativas era la de Andacollo, por su importancia como centro minero y ceremonial más concurrido y es precisamente cuando existía como división administrativa bajo la forma de un Corregimiento de Coquimbo como parte de la Capitanía General de Chile.
La expresión de la fiesta en Guayacán
Pero volvamos a Guayacán, este pueblo histórico hoy sale a sus calles en procesión, pero como no recordar décadas anteriores cuando las familias abrían sus patios y, bajo la sombra de higueras o parronales, se invitaba a los visitantes a servirse una rica cazuela de ave, el pastel de choclo, las humitas, las ricas empanadas caldúas, el pescado frito con ensalada a la chilena, se arreglaban las casas, se regaba el patio y se colocaban sombrillas. Quién hoy no se recordará la cerveza heladita en "El Molinar", "El Rancho Alegre", en el "Sonia y Myrian", y muchos años más atrás en el "Ñuñoa". ¿Cuántos romances nacieron en una fiesta como esta?
Las familias más fieles levantaban frente a sus hogares verdaderos templos, con arcos de ramas de palmeras y flores engalanando la imagen iluminada de la virgen. Era algo muy especial y maravilloso.
Como no recordar a las familias reuniéndose en torno a esta gran fe que les motivaba la virgen: a Teresita Miranda Ulloa, funcionaria de correos; la familia Rojas Veragua; la familia de German Cepeda; María y Lucila Ardiles; Ema Elgueta; Antuca Pizarro; Elsa Elgueta; Nora y María Tabilo; la familia Valderrama; la familia Otárola; la de don Abraham y Anita; la señora Aurora y don Gerónimo de la panadería; la familia Veas; la familia Zepeda; los Carmona y ¡tantos más! Muchos han partido, hoy quedan pocos para el recuerdo. Esta fiesta hay que respetarla, preservarla, divulgarla y conservarla y los que hoy podrán asistir, podrán darse cuenta de que existe una fiesta religiosa para mucho tiempo más.